miércoles, julio 12, 2006

Lo insólito

Bruno Marcos
Leo en un ensayo de Umbral sobre Ramón Gómez de la Serna que este, pese a haber viajado bastante -o quizá por ello-, decía: “El mundo no es tan mundo como parece”. Para Umbral lo excepcional de Ramón era que este concebía lo cotidiano como insólito, al contrario que los surrealistas que pretendían volver lo insólito cotidiano.
El domingo pasado vino Nacho y estuvo toda la tarde contándonos su año australiano. ¡Qué extraña la narración suya! Nos enumeró, sí, las cosas excepcionales, los animales imposibles, suertes de ornitorrincos, el sabor de la carne de canguro, los cocodrilos asesinos, los tiburones comebañistas, los pingüinos, los maorís o las chimeneas volcánicas. Todo esto lo citaba con admiración, pero sólo eso, sin más. En cambio la cotidianeidad de su estancia allí nos la describía con tal profusión de detalles, con tal esmero e intensidad, que podías visualizar mucho mejor aquellas cosas intrascendentes que las grandes bellezas de las antípodas. Podías imaginar, ver en tu cabeza, a aquel tipo con la cazadora de cueros multicolores transportarles en su volkswagen escarabajo agujereado hasta el piso de aquel judío analfabeto y cienciólogo que les alquiló la habitación, cómo este traía putas orientales a casa o desdeñaba alimentos apenas caducados que ellos recuperaban de la basura.
Todo aparecía nítido, importante, en su relato, su vida allí, sus paseos, el tamaño de los cafés que se pedían en esos bares biblioteca, incluso la descripción de cómo mojaba la magdalena –inconsciente proustiano-, como intentaba volar sobre las olas espiando la técnica de los niños. Él sí que sabe volver lo cotidiano insólito.
En eso les avisé a todos de que algo insólito venía hacia nosotros, desde los pies de la catedral, hacia nuestra terraza. Se trataba de un hombre viejo, con pantalón gris, camisa blanca, tirantes negros y cabellera blanca que la brisa tórrida agitaba. El señor tenía la espalda totalmente derrumbada de forma que debía mirar, casi constantemente, al suelo. Nunca le había visto. Al pasar oímos que era italiano.
“Siempre que estoy con Nacho –dije- veo cosas extraordinarias”

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El comentario de ultra tendría que haber ido en este espacio de lo insólito.Perdonen las molestias, tal vez sea el calor o la edad.

julio 14, 2006 11:18 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home